FracRisk busca mejorar el conocimiento de esta técnica y ofrecer datos para desarrollar una normativa. Un consorcio de una decena de instituciones, entre ellas el CSIC, desarrolla el proyecto, junto a un consejo asesor formado por varias empresas.
El fracking, o fracturación hidráulica, es un método de extracción de gas y petróleo de formaciones muy poco permeables en el que se emplea la inyección de grandes cantidades de agua y productos químicos. Este método ha sido objeto de debate público, porque dichos productos son tóxicos y porque se teme que pueda inducir sismicidad. Para evaluar el riesgo asociado a esta práctica de extracción se pone en marcha el proyecto europeo FracRisk, que se enmarca en Horizonte 2020 y cuenta con participación del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del (CSIC).
El principal reto es abordar las preocupaciones ambientales relacionadas con este método de extracción, a través de un mejor conocimiento y control del proceso de fracturación y sus efectos ambientales. “A partir de los resultados que se obtengan se pretende desarrollar una normativa que permita prevenir y mitigar el impacto potencial” en Europa ya que, en la actualidad, la regulación para el fracking es la que se aplica a explotaciones tradicionales de hidrocarburos, que según los expertos no es adecuada para la extracción no convencional”, explica Jesús Carrera, investigador del CSIC en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) y coordinador en España del proyecto.
FracRisk ampliará la base de conocimientos disponible sobre esta técnica partiendo de la experiencia internacional, del conocimiento de los procesos de rotura de la roca, del transporte de contaminantes y de su modelación. Para ello, este proyecto prevé recopilar datos, desarrollar modelos, identificar y evaluar los impactos y riesgos de las diferentes técnicas de exploración y explotación del medio ambiente y el establecimiento de las recomendaciones científicas para las mejores prácticas.
El proyecto FracRisk se centra en los procesos sobre los que existe mayor incertidumbre. En concreto, se definen seis posible escenarios de fuga de agua con compuestos contaminantes (fugas a través del pozo de extracción, a través de pozos abandonados, difusión a largo plazo, fugas por fallas naturales no cartografiadas, o por fallas generadas por la fracturación hidráulica, y por microsismicidad), seleccionados como los de máximo riesgo. Los investigadores emplearán un enfoque repetitivo de modelación y técnicas de reducción de riesgo para identificar las actividades más peligrosas y definir la base científica sobre la que basar decisiones. El conocimiento desarrollado se validará con los datos disponibles, tanto en EE. UU. como en Europa.
FracRisk será desarrollado hasta junio de 2018 por un consorcio de más de una decena de instituciones académicas europeas coordinadas por la Universidad de Edimburgo, además de un consejo asesor en el que participan varias empresas. El presupuesto total es de 3 millones de euros, la contribución española es de 265.000 euros.
Web del proyecto: http://www.fracrisk.eu/