Las investigaciones potenciarán la transferencia de tecnología en campos tan diversos como la salud, la alimentación, el medioambiente, la energía y la electrónica. El Instituto persigue contribuir al crecimiento económico e industrial desarrollando y explotando las nuevas posibilidades ofrecidas por las nanotecnologías.
El Institut Català de Nanociència i Nanotecnologia (ICN2) ha inaugurado esta mañana el nuevo edificio de su sede en el campus de Bellaterra de la Universidad Autónoma de Barcelona. Con estas instalaciones el centro alcanzará nuevas metas de excelencia en el ámbito de la nanociencia y la nanotecnología. Las líneas de investigación comprenden el estudio de las nuevas propiedades de la materia que surgen a escala nanométrica (un nanómetro es una millonésima parte de un milímetro), y el desarrollo de una multitud de posibles aplicaciones en productos de consumo, dispositivos y procesos industriales.
El ICN2 es el resultado de una larga colaboración entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Generalitat de Catalunya y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Ambas administraciones acordaron unificar sus iniciativas de nanociencia para reforzar la investigación y la transferencia del conocimiento en este ámbito.
El acto de inauguración ha contado con la presencia del conseller d’Economia i Coneixement de la Generalitat de Catalunya y presidente del Patronato del ICN2, Andreu Mas-Colell; la secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, Carmen Vela; el presidente del CSIC, Emilio Lora-Tamayo; el rector de laUAB, Ferran Sancho; el secretario de Universidades e Investigación de la Generalitat, Antoni Castellà; el director general de Investigación de la Generalitat, Josep M. Martorell; el coordinador institucional del CSIC en Cataluña, Luís Calvo; y el director del ICN2, Pablo Ordejón; entre otras personalidades vinculadas a la comunidad científica.
Según el director del ICN2, Pablo Ordejón, “Este nuevo edificio ha supuesto un gran cambio: ahora disponemos de 6.000 metros cuadrados de infraestructura; de ellos, más de 2.000 están ocupados por laboratorios con un equipamiento de primera línea”.
Las actividades de investigación del instituto se dirigen a comprender los fenómenos físicos fundamentales asociados a las variables de estado de la
materia e investigar nuevas propiedades que se obtienen a partir de la creación de nanoestructuras a medida. Los investigadores del centro trabajan también en nuevos métodos de fabricación a nanoescala y en la caracterización y manipulación de nanoestructuras, así como en el desarrollo de nanodispositivos y nanosensores para su aplicación a campos diversos como la salud, la alimentación, el medioambiente, la energía y la electrónica.
Implicaciones para la industria
Un objetivo prioritario del centro es la transferencia del conocimiento y la tecnología que en él desarrolla a la industria mundial. Un ejemplo de ello es el desarrollo de nanobiosensores, dispositivos portátiles de alta sensibilidad y de medición directa que mejoran las técnicas de análisis de laboratorio.
La investigadora del CSIC Laura Lechuga, que dirige el grupo de Nanobionsensores y Aplicaciones Bioanalíticas, explica: “Nuestros nanobiosensores están diseñados para hacer un análisis muy rápido de enfermedades, contaminación química o industrial. El objetivo final es integrar estos microchips en una plataforma portátil (por ejemplo, un teléfono móvil) para efectuar un diagnóstico precoz sin necesidad de acudir a un laboratorio central. La idea es que estos dispositivos los pueda utilizar cualquier persona en su casa o en su lugar de trabajo para un primer análisis antes de acudir al médico”.
El estudio de las propiedades electrónicas y el transporte cuántico (la conducción en estructuras de tamaño nanométrico) en materiales como el grafeno o la materia orgánica es otro de los puntos fuertes de la investigación que se lleva a cabo en el instituto. “Este trabajo tiene aplicaciones en campos como la electrónica sensible o los biosensores. Estamos evaluando su potencialidad usando el grafeno y otros materiales para mejorar sus propiedades”, indica el investigador del ICREA Stephan Roche, uno de los coordinadores del proyecto Graphene FET Flagship de la Comisión Europea (uno de los dos proyectos de excelencia para el futuro, seleccionados por la UE para invertir 1.000 millones de euros durante los próximos 10 años).
Otro de los campos prometedores en nanociencia y nanotecnología que se desarrollan en el ICN2 es el uso de la química supramolecular (estudio de las interacciones entre moléculas) para controlar, por ejemplo, la administración de fármacos. Uno de los grupos que lo desarrolla, de Nanoquímica y Materiales Supermoleculares, tiene por objetivo controlar el ensamblaje de moléculas e iones metálicos y construir bloques a escala nanométrica para el diseño y la síntesis de nuevas arquitecturas funcionales. “El objetivo es generar nuevos materiales muy porosos para ser usados en la captura de nitrógeno y dióxido de carbono, y en catálisis y separaciones de diferentes sustancias. Más recientemente estamos explorando posibles aplicaciones de estos materiales
en biomedicina; en concreto, en nuevos sistemas de liberación de fármacos”, señala el investigador del ICREA Daniel Maspoch.
La inauguración del edificio ha incluido una visita a sus instalaciones científicas. Los asistentes han conocido de primera mano algunos de los equipamientos y técnicas que permiten el desarrollo de un área del conocimiento en auge. Los próximos años serán clave para que institutos como el ICN2 puedan trasladar a la sociedad los descubrimientos de la nanociencia, mejorando la vida de los ciudadanos y aportando innovación al tejido empresarial.