Un trabajo confirma la relación entre alta prevalencia de cáncer y alto consumo de carne y alcohol per cápita

Liderado por científicos del CSIC y del CREAF, confirma a nivel global unas tendencias que ya se han observado en estudios científicos locales. Han analizado entre medio centenar y un centenar de países, a partir de bases de datos internacionales como las de la FAO, la OMS o el Banco Mundial. Una mayor ingesta de vegetales y de pescado se relaciona con una menor prevalencia de cáncer y también con una menor mortalidad.

El trabajo confirma a gran escala y por países algo que ya se ha observado en algunos estudios científicos locales: que el consumo de carne y al alcohol se relaciona con una mayor incidencia de cáncer. PixabayUn estudio liderado por científicos del CSIC y del CREAF ha analizado la correlación entre dieta y cáncer en, al menos, medio centenar de países, desde 1960 hasta el 2017. Se trata de un detallado análisis estadístico que cruza datos de instituciones como la FAO, la OMS, la ONU, el Banco Mundial, la OCDE, los Departamentos de Agricultura y Salud de los EEUU, o el Eurobarometro, y que incluyen cifras de Europa, Asia, América, Australia, y África. Para algunos modelos se ha podido contar con datos de hasta 108 países.

Dirigido por Josep Peñuelas y Jordi Sardans, científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del CREAF, se ha publicado recientemente en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health.  

El trabajo confirma a gran escala algo que ya se ha observado en algunos estudios científicos locales: que el consumo de carne y al alcohol se relaciona con una mayor incidencia de cáncer, y que una mayor ingesta de verduras y pescado podría ser un factor protector.

Los científicos han analizado datos de prevalencia de cáncer entre 1998 y 2010, y de mortalidad por cáncer entre 1960 y 2010, en relación con el consumo per cápita de calorías, de carne, de pescado, de verduras, de alcohol, de fósforo y de nitrógeno (estos dos últimos a partir de las concentraciones que recoge la FAO por grupos de alimentos).

La inclusión del nitrógeno (N) entre las variables se explica porque estudios recientes relacionan su incremento con un mayor riesgo de sufrir algunas enfermedades. Se sabe que los vegetales excesivamente fertilizados con nitratos pueden acumular compuestos nitrogenados tóxicos. Además, tal como explica Josep Peñuelas, profesor de investigación del CSIC en el CREAF, algunos estudios han mostrado que la fertilización de los cultivos desde 1961 a nivel global se ha multiplicado por diez, por lo que “en consecuencia, podemos esperar un potencial impacto en la salud global”.

Por su parte, el fósforo (P) es un elemento que se analiza por su papel en el equilibrio del metabolismo en relación con el nitrógeno. También se han tenido en cuenta otras variables relacionadas con el estilo de vida que podrían distorsionar los resultados, tales como la esperanza de vida, los ingresos, la edad o el índice de desarrollo de cada país.

Los resultados confirman que una alta prevalencia de neoplasmas malignos entre 1998 y 2010 está relacionada con una alta ingestión de carne, especialmente en el caso de tumores de colon, pulmón, mama y próstata. Igualmente, una alta mortalidad por todos los tipos de cáncer entre 1960 y 2010 se asocia a un alto consumo per cápita de carne. La única excepción a estas tendencias se encuentran los científicos en el caso del cáncer de cuello uterino, lo que sugiere, explican, “que las causas ambientales de este tipo de cáncer pueden ser diferentes”.

Al contrario, una mayor ingesta de vegetales y de pescado se relaciona con una menor prevalencia de cáncer y también con una menor mortalidad.

También en el caso del alcohol, un alto consumo per cápita se relaciona con una alta incidencia y mortalidad por tumores malignos, cáncer de colon, de pulmón y, en menor grado, de cuello uterino.

En el caso de los países pobres, la correlación entre alto consumo de carne y de alcohol no está relacionado tan directamente con una alta prevalencia de cáncer y mortalidad. En este caso, según un modelo para el que han contado con datos de 108 países, la mayor esperanza de vida se relaciona, al contrario que en los países ricos, y como era de esperar, con una mayor ingesta de alimento, independientemente de si este es de origen animal, vegetal o acuático.

En el trabajo también ha participado el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicado (IIASA, en sus siglas en inglés); la Universidad de Salzburgo (Austria); el Instituto Austriaco de Investigación Económica (WIFO), la Universidad de Amberes (Bélgica), y el Laboratorio de Ciencias del Clima y del Medio Ambiente (IPSL), de Francia.

Artículo de referencia:

Josep Penuelas et al. Country-Level relationships of the human intake of N and P, animal and vegetable food, and alcoholic beverages with cancer and life expectancy. International Journal of Environmental Research and Public Health. DOI: 10.3390/ijerph17197240

Mercè Fernández Via / Comunicació CSIC a Catalunya